Cómo poner límites de forma asertiva a los hijos

Sin perder los nervios, sin gritar. De forma respetuosa y sin sentir culpa.
Cuando se sabe decir que NO, el SÍ tiene un sabor muy distinto.
Alejandro Jodorowsky

¿Te cuesta poner límites y decir que “NO” a los demás? ¿Acabas perdiendo los nervios con tus hijos y luego te sientes culpable? ¿Te gustaría tener pautas concretas?

A todos nos cuesta decir “NO”. No solo poner límites a los niños y adolescentes, sino poner límites a otras personas: a nuestra pareja, en el trabajo, a la familia…

¿Cuál es el desafío? Si no dices que “NO”, harás lo que los demás quieren que hagas. No lo que tú quieres hacer. Y como todos tenemos un límite, llegará un momento en que perderás los nervios, gritarás y luego te sentirás culpable.

Aprendiendo a poner límites de forma asertiva…

Evitarás muchas discusiones y problemas en casa, en clase, en la calle…

Tú y tus hijos seréis más felices, tendréis mejor relación y confiarán más en ti.

– Tus hijos tendrán más autoestima y seguridad en sí mismos. 

– Serás capaz de poner límites en el trabajo, con tu pareja, con la familia…

Las 7 mejores técnicas para poner límites de forma asertiva

A continuación, te doy algunas de las pautas que más trabajo en consulta.  Están validadas incluso en estudios científicos

Como verás, son técnicas más avanzadas que las que estás acostumbrada a leer en otras webs y cursos. Podrían sacarte incluso de situaciones realmente extremas como las que he vivido y que te cuento aquí (y que espero que nunca tengas que vivir si no eres psiquiatra de urgencias o negociador de la policía…).

Empieza diciendo “NECESITO QUE”. Empieza por TI.

En lugar de decir “no me hables mal”, que puede suponer un ataque directo y una orden, empieza por “necesito que me hables bien”, que supone una petición razonable, no una orden, y una oportunidad para que la otra persona mejore.

Es aplicable a casi cualquier situación. Céntrate en tu objetivo principal y lo que necesitas que la otra persona haga o no haga. 

– “Necesito que te acuestes”.

– “Necesito que me ayudes”.

– “Necesito que termines los deberes”.

– “Necesito que dejes el móvil y cenes con nosotros”.

Sin embargo, en muchas situaciones, con tus hijos te hará falta una herramienta más poderosa…

1ºVALIDA – 2º SILENCIO – 3º REDIRIGE

Tan sencillo como extremadamente eficaz. Primero les das una fuente de validación, preparas el terreno para que estén receptivos y no a la defensiva. 

Y entonces les dices “NECESITO QUE…”

De acuerdo, no siempre las cosas son tan fáciles…

¿Qué haces cuando lo que está haciendo en ese momento no te sirve para validarle? Te ocurrirá muchas veces que es además el problema principal. Como con las pantallas

Aprovecha para validar cualquier acción concreta que sí sea positiva. A esto lo llamamos capturar una conducta, cazarle o pillarle haciendo las cosas bien.

Captura y emplea como validación cualquier cosa tanto de ese momento, como alguna que haya hecho antes durante el día.

Importante. Para que esta técnica sea eficaz, debes hacerlo de una forma determinada. No te preocupes, al principio es normal que cometas errores al validar o al redirigir. Si quieres saber cómo aplicarla, te lo explico aquí.

Cuando enseño esta técnica, muchos padres, profesores y otros profesionales me suelen preguntar, ¿me estás diciendo que valide a mis hijos/alumnos cuando están haciendo algo mal? 

No, no te estoy diciendo que valides lo que hacen mal. Sino que les valides a ellos como personas y sus emociones antes de redirigir su conducta.

Recuerda. El problema lo tienes con lo que tus hijos están o no HACIENDO. No con lo que SON ni CÓMO son. Ni son “vagos”, ni “tontos”, ni “quieren fastidiarte”. Céntrate en su conducta y trata de que tu lenguaje sea preciso y vaya dirigido al problema. De lo contrario… ¡desatarás a uno de los Jinetes del Apocalipsis!

Ahora bien, para que tus hijos te hagan de verdad caso, muchas veces tendrás que aplicar ese esquema junto con la siguiente técnica…

Técnica del disco rayado.

¿Recuerdas aquellos antiguos vinilos o cuando escuchábamos un CD en el coche o el discman? Al final, terminaban rayados del todo…

Es lo que te estoy sugiriendo que hagas cuando tus hijos no sigan tus órdenes a la primera. Eso sí, solo si con los pasos anteriores has evitado que se pongan a la defensiva…

¿Cómo aplicarlo? Repite una y otra vez la misma frase, con el mismo esquema que te he mostrado antes: 1ºVALIDA – 2º SILENCIO – 3º REDIRIGE

¿No se enfadará y me dirá que le deje? ¿Cómo puedo evitarlo? La técnica del disco rayado requiere también de ciertas pautas que harían esta entrada muy larga. Te explico más aquí.

Emplea la persuasión y la motivación. NUNCA la coacción.

Céntrate en lo que puede ganar tu hijo, más que en aquello que puede perder, que siempre suena a coacción o amenaza velada y os hará discutir.

En lugar de “haz los deberes o te quito la tablet”, sustitúyelo por:

“Necesito que hagas los deberes…

… ¿y luego que te gustaría hacer? / ¿Qué te gustaría cenar? ¿Qué peli quieres que veamos juntos? / ¿A qué juego de mesa te gustaría jugar?”

La persuasión y el enfoque motivacional son dos de las herramientas más poderosas para conseguir que tus hijos hagan las cosas bien. Y que lo hagan por sí mismos, desarrollando madurez y autonomía. Te ayudará también con otras personas para que hagan una dieta, ejercicio, dejen de fumar o colaboren con las tareas de la casa. Para no extenderme, te cuento más aquí.

¿Qué hacer cuando esto no funciona y tu hijo se cierra en banda? Te propongo que explores cuál es su visión de la situación.

Pregúntale abiertamente “¿cómo hacemos?”. O una versión similar, “¿cómo sugieres que hagamos?”. “¿Cómo lo ves tú?”.

Motívale a reflexionar sobre sus peticiones, demandas y exigencias. Que trate de razonarlas y no te responda “porque me da la gana”. Recuérdale que tú estás escuchándole y no le has faltado al respeto.

Ahora bien, todo esto supone entrar en el terreno de la negociación. Toda una disciplina, un arte. Y por eso, es necesario que tengas muy en cuenta…

Evita negociar cuando no toque ni con lo que NO es negociable.

Con niños pequeños suele ser sencillo, sobre todo cuando puedes cambiarles el tema de la conversación sin que se den cuenta, distraerles fácilmente…

Negociar con adolescentes, sin embargo, supone un verdadero desafío. Sobre todo, porque tienen las de ganar. 

Fíjate. Tienen todo el día para discutir y encima, no tienen mucho que perder.

Como suelo explicar a los padres que atiendo en consulta, tus hijos no tienen que levantarse temprano para ir a trabajar, comprar comida, pagar las facturas… Si se pasan toda la noche discutiendo contigo, se dormirán en clase. Punto.

Te cuento todo esto no para deprimirte más si eres madre o padre de algún adolescente un poco (o bastante) rebelde. Te lo cuento para que tengas en cuenta algo crítico para tu felicidad y tu salud mental:

Evita negociar cuando puedas perder la negociación. Y evita negociar con lo que NO es negociable. Como la hora de acostarse, si te hablan con respeto o no, etc. 

Mejor que ni siquiera abras la puerta. Mejor prevenir que curar.

Aunque creas que puedes castigarlo sin el móvil… A la hora de la verdad, si entras a negociar en situaciones en las que tienes las de perder, perderás. 

Y mucho más que el tiempo o los nervios…

¿Qué perderás? ¿Cómo negociar con éxito? Si quieres saber más sobre cómo negociar con adolescentes y evitar los errores más comunes, sigue leyendo aquí.

Si todos estos pasos fallan, nos queda un último recurso…

Establece una consecuencia clara y definida: un castigo. Y asegúrate de que puedes cumplirlo.

Esta última pauta puede sonarte de pronto excesiva. Llevamos un rato hablando de asertividad, enfoque motivacional… Y cuando hablamos de educación en positivo, hablamos de evitar los castigos.

Sin embargo, recuerda lo siguiente:

Confundimos educación en positivo con no poner límites. O con no castigar cuando es necesario.
Confundimos estilo parental democrático, con poner a nuestros hijos a nuestro mismo nivel.

Explicándoles todo lo que hacemos, intentando que lo comprendan todo y permitiendo que nos lo negocien todo.

Y si me permites la expresión, todo esto es… ¡un enorme lío! Si nuestros abuelos levantaran la cabeza…

Son dos de los errores más frecuentes que cometemos al poner límites a los hijos.

Educación en positivo significa poner límites, todos los posibles, para evitar los castigos. Siempre y cuando sea posible.

Porque si tu hijo vuelve de fiesta una y otra vez ebrio por haber bebido más de la cuenta, tendrá que comprender que no puede seguir bebiendo así. 

O si tu hija te falta al respeto en casa y no deja el móvil ni de noche, tendrá que comprender que no puede seguir sin dormir lo suficiente y hablándote mal.

Y si tus hijos no lo comprenden, ya lo comprenderán. 

Y aunque parezca que nunca llegan a comprenderlo, es más importante actuar. 

Recuerda las líneas rojas. Pon límites y castigos que garanticen su seguridad. Porque ya has intentado que te comprendan y no lo has conseguido siguiendo las principales pautas sobre asertividad y respeto.

Y recuerda que merece la pena. Es preferible que lo paséis un tiempo mal o que tengáis una discusión por esto, que las consecuencias de seguir por este camino.

Si pones límites, tarde o temprano tendrás que poner castigos. Intenta que los castigos sean castigos educativos y no castigos emocionales.

¿Cuándo buscar ayuda?

Si tu hijo/a sigue teniendo muchas dificultades para cumplir las normas y límites, se muestra impulsivo o agresivo y no sabes si puede ocurrirle algo, te recomiendo que busques ayuda especializada.

Es esencial que primero se realice una evaluación médica para descartar otras causas que expliquen las dificultades de tu hijo. 

Algunas causas típicas son: un problema emocional, un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), adicción al móvil y otras pantallas

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